Durante el año 2014, justamente en el mes de marzo, cuando se celebraba el referéndum de Crimea, consulté un libro muy elocuente titulado Francisco de Miranda y Rusia, del investigador ruso Moiséi Samuílovich Alperóvich, traducido al español por Elsa Cherniawski (versión original del año 1986) y publicado en la Unión Soviética por la editorial Naúka de Moscú.
En este extraordinario trabajo de investigación, encontré algunas claves que me obligaron a enfocarme en el estudio del Precursor de las independencias de América Latina. A partir de ese encuentro con la historia, comencé a sentir una incesante curiosidad por conocer las peripecias del venezolano universal en su viaje al Imperio ruso.
Para lograr satisfacer mi curiosidad, me planteé realizar un viaje que me llevó a visitar aquellas tierras y conocer personalmente los lugares descritos con precisión por mi compatriota. La ruta, realizada en varias etapas (durante cortos períodos de permiso vacacional y fines de semana), a expensas propias, comenzó con un itinerario realizado por tierra en sentido contrario al seguido por Miranda, es decir, desde Moscú, a través de Tula y Oriol, cruzar la actual frontera y seguir por el territorio ucraniano en dirección a Glújov y Krolévets hasta su capital Kiev, para luego continuar hacia Kremenchug, Dnepropetrovsk y llegar a la ciudad de Jersón, ubicada en la orilla derecha del río Dniéper.
Luego, en otro intento, dejándome llevar por sus descripciones, viajé desde Moscú, en la ruta: Klin, Tver, Torzhók, Vyshniy Volochók y Velíkiy Nóvgorod hasta San Petersburgo y desde la antigua capital del Imperio ruso al puerto de Kronstadt, en el golfo de Finlandia. Finalmente, en la última etapa de ese plan, tuve el placer de viajar a la península de Crimea y conocer Simferópol, Stáriy Krym (Antigua Crimea), Sudak, y llegar finalmente al pueblo de Feodosia.
Durante ese recorrido, tuve la oportunidad de encontrarme con historiadores, arqueólogos, cronistas, militares, estudiantes, gente común (hombres y mujeres) que, sin duda alguna, con sus aportes, ayudaron a construir este trabajo. Desde luego, sobre la base de las pistas y descripciones dejadas por Sebastián Francisco, visité muchos de los edificios que aún se conservan, permitiéndome palpar los elementos históricos que los componen, actualmente guardados y conservados como un verdadero tesoro en los museos, fondos y archivos de Rusia y de Ucrania.
Al término de estos tres años, recorrí las casi 3.900 verstas (más de 4.000 kilómetros) que Francisco de Miranda, nacido como Sebastián Francisco el 28 de marzo de 1750 en la ciudad de Caracas, capital de la provincia de Venezuela, transitaría entre el 7 de octubre de 1786 y el 18 de septiembre de 1787.