Decana de Derecho de la Universidad Estatal de la Escuela de Economía de Moscú, en San Petersburgo
Presidenta de la Sociedad Bolivariana de Rusia

1. Preparación para el viaje

Es conocido que el 15 de diciembre de 1784, Francisco de Miranda comenzó su viaje desde los Estados Unidos hacia Inglaterra, en la nave “Neptuno”. Tenía la tarea de lograr ayuda y apoyo para la idea de la independencia de la América Hispánica. Aparte de Inglaterra visitó varias ciudades de Holanda y Prusia, así como las ciudades de Praga y Viena; también ciudades italianas: Venecia, Verona, Mantua, Parma, Modena, Boloña, Florencia, Pisa, Livorno, Siena, Viterbo, Roma, Nápoles. El 20 de marzo partió desde Barletta, para Ragusa, en Dalmacia.

Los contactos de Francisco de Miranda con los rusos empezaron en Dalmacia, república adriática que mantenía relaciones con Rusia. En Ragusa, en abril, una de las cartas de recomendación lo relacionó con el vicecónsul local del Imperio Ruso, Stepan Yampolskiy. Obviamente era el primer ruso conocido por el Precursor, a quien llamó la atención el Imperio ruso, su historia y su posición en el mundo. Se pueden encontrar dos tipos de explicaciones sobre el impulso y el interés de Miranda en el viaje por el Imperio ruso. El historiador M. Alperovich anota que “no vale la pena que destaquemos el interés políticamente razonable”. Aunque, por lo que considera este investigador, Yampolskiy y Miranda no sabían nada de la confrontación entre Rusia y España en la parte occidental de la América del Norte, que había crecido en ese momento [2]. Por el contrario, otro historiador, J. Lavretzkiy (Grigulevich) [3], creó la hipótesis del conocimiento de que “los rusos que rivalizan con los españoles en América, tenían factorías a lo largo de toda la costa del pacífico, desde Alaska hasta San Francisco, debiendo estar interesados en la independencia de las colonias españolas, que les ofrecería la posibilidad de un mayor avance hacia el sur” [4].

Al visitar Grecia, Miranda llegó al Imperio otomano y el 30 de julio, al corazón del mismo, Estambul. Allí, desde mediados de agosto de 1786, Miranda se dedicó mucho a preparar su viaje a Rusia. Tenía entrevistas con el Embajador del Imperio ruso, Yakov I. Bulgakov, a quien era recomendado por Yampolskiy. Se puede sospechar que un diplomático con tanta experiencia como lo era Bulgakov, hablara con el venezolano sobre el interés del gobierno de Catalina II en algunos aspectos de las relaciones internacionales, también en América, e informó a éste del viaje de la Emperatriz a Crimea (Tavrida). El mismo Bulgakov le entregó las cartas de recomendación para que los oficiales rusos lo recibieran con especial atención, además del pasaporte necesario para poder llegar a Rusia.

El 23 de agosto de 1786, Miranda, con un pasaporte a nombre del Conde de Miranda, entregado por el Embajador del Sacro Romano Imperio, se embarcó, acompañado por el coronel norteamericano John Smith, hacia Kherson, puerta meridional de Rusia que se ubicaba a orillas del río Dnepr. En la frontera, Miranda, como todos los viajeros, tuvo que pasar 40 días de completo aislamiento, medida tomada por las autoridades rusas contra la viruela negra y otras epidemias extendidas en el Imperio otomano.

2. Estancia en Rusia

Miranda pasó casi un año en el Imperio ruso: desde el 26 de septiembre de 1786 hasta el 7 de septiembre de 1787. Hizo un viaje largo, de más de cuatro mil kilómetros: desde el sur hasta San Petersburgo. Podemos destacar cuatro períodos de su viaje:

1. Cuatro meses y medio de estancia en Kherson y de viaje por la península de Crimea (del 26 de septiembre de 1786 a principios de febrero de 1787);

2. Tres meses de estancia en Kiev y de viaje hacia Moscú (del 7 de febrero al principio de mayo de 1787);

3. Un mes en Moscú (del 11 de mayo hasta los primeros días de junio de 1787);

4. Casi tres meses en San Petersburgo (del 14 de junio al 18 de septiembre de 1787).

¿A qué se dedicó Francisco de Miranda en Rusia? Primero, como en otros lugares, se dedicó a perfeccionarse culturalmente. En cualquier lugar visitaba monumentos, casas y palacios históricos, de significación cultural y religiosa; aprendía la vida cotidiana de la población rusa. Segundo, como militar, estudiaba las fortificaciones, organización militar y funcionamiento de la armada del Imperio. Tercero, lo principal, fundó y mantuvo contactos con los nobles rusos, particularmente militares, que conoció gracias a las cartas de recomendación, y luego con las presentaciones de otros rusos. En Kherson, unos de los primeros fueron el Gobernador General, mayor A. Viazemskiy; el conde Dolgorukiy, y otras personas importantes que estaban al servicio de la Emperatriz. Francisco de Miranda entabló amistad con A. Suvorov, el famoso estratega militar. Más tarde, en febrero de 1787, Miranda llegó a Kiev para permanecer allí durante tres meses al lado de la corte rusa. Conoció al Encargado de Negocios Extranjeros, el príncipe Bezborodko; al Ministro de la Corte, el príncipe I. Shuvalov; al mariscal Rumiantsev; al viceministro del Almirantazgo Chernishov; y al favorito y nuevo oficial de Catalina II, Alejandro Mamonov, así como a Embajadores del Sacro Romano Imperio y representantes diplomáticos de Inglaterra, Francia y Prusia.

En Moscú, se relacionó con los aristócratas moscovitas; en San Petersburgo, con la nobleza de la capital, con el hijo de Catalina II, el futuro emperador Pablo I, y con su mujer Maria Feodorovna; también con Osterman, el viceministro de los asuntos exteriores.

Los principales y básicos contactos que hizo Francisco de Miranda, fueron con Catalina II y con G. Potiomkin. El 30 de diciembre de 1786, Miranda fue presentado en Kherson al príncipe Potiomkin, el poderoso favorito de la Emperatriz, distinguida persona en la historia rusa. Desde este momento Potiomkin demostró su respeto al venezolano y su interés en conversaciones políticas con este militar y viajero. El 4 de enero, Francisco de Miranda fue invitado por Potiomkin a viajar a Crimea (Tavrida). El viaje duró casi un mes. Diariamente, durante el camino, Miranda sostuvo largas conversaciones con el príncipe; hablaban sobre la situación internacional, especialmente sobre la política exterior de Francia, Inglaterra y los Estados Unidos. Después de su regreso a Kherson, Potiomkin lo invitó a Kiev, donde debía llegar la Emperatriz.

El 14 de febrero de 1787, Miranda obtuvo en Kiev una audiencia con Catalina II. Desde ese momento, la Emperatriz le invitó a almorzar y cenar. Francisco de Miranda formó parte en las fiestas y actos públicos y privados de la corte. La zarina le demostró siempre su cariño y atención.

Uno de los embajadores extranjeros anotó, en una carta a sus jefes, que Miranda mantenía contactos muy amables y agradables con la corte y con diplomáticos [5]. Segur, el embajador de Francia, escribió que durante un período muy corto, el venezolano había logrado la atención de la zarina, “aunque unos extranjeros importantes no le habían llamado la atención a la Emperatriz” [6].

3. Persecuciones españolas 

Puedo destacar dos momentos de la reflexión de la Emperatriz rusa sobre las persecuciones contra Miranda por parte de los españoles. A finales de marzo de 1786 en Kiev, la zarina recibió las noticias de que Miranda era perseguido por el Gobierno madrileño, avisado de su lugar de estancia en Rusia. Catalina II, al recibir la información de la amenaza, propuso, a través de A. Mamonov e I. Shuvalov, que el venezolano se quedara en Rusia. Miranda anotó en su diario, el 29 de marzo de 1787: “por el camino [Shuvalov] me persuadía de que no volviese a mi tierra y que me quedase a vivir con él en Petersburgo, que me arreglaría muy buen alojamiento en su propia casa, etc., etc. Yo le di mil gracias por su buen deseo y cariño […]. Mamonov […] dijo que la Emperatriz le había encargado me significase quería que yo me quedase con ellos. Pues temía que en mi país no me tratasen bien, etc. Yo le respondí que nadie seguramente amaba más a la Emperatriz que yo, ni era más sensible a su real bondad, mas que me hallaba en tales circunstancias en el día, que hacían las cosas casi imposible. Que finalmente yo se lo comunicaría bajo inviolable secreto, para que informase a Su Majestad y que haría lo que a ella le pareciese justo” [7].

Más tarde, y mientras la corte no estaba en la capital, los españoles insistieron en su actividad de perseguir a Miranda, durante su estancia en San Petersburgo. El Encargado de Negocios de España en la capital rusa, Pedro de Macanaz, avisaba a todo el mundo que Miranda era un pensador liberal, traidor; que no era ni conde, ni coronel, sino un capitán degradado del ejército español, condenado a diez años de presidio. El grado de teniente coronel nunca había sido confirmado por Madrid. Macanaz, apoyado por los diplomáticos de otros reinos borbónicos, elevó al gobierno ruso su protesta por el amistoso trato dispensado a Miranda en los medios oficiales.

Al regresar a la capital, Catalina II recibió a Miranda (el 18 de julio) y le propuso que usara el uniforme de coronel del ejército ruso. El 8 de agosto, la zarina recibió nuevamente a Miranda, en las dependencias privadas del Palacio de Invierno, y le formuló de nuevo personalmente una propuesta para que se quedara en Rusia. El Precursor se negó debido a la lucha por la independencia.

Como consecuencia de esta entrevista, Biezborodko entregó dinero a Miranda, el gobierno ruso se encargó de pagar sus deudas en San Petersburgo, le entregaron cartas de recomendación para los representantes diplomáticos rusos en Viena, París, Londres, La Haya, Copenhague, Estocolmo, Berlín y Nápoles, en las que, en nombre de Catalina II, se les ordenaba prestar toda clase de apoyo y ayuda al conde Francisco de Miranda.

4. Las razones de la ayuda rusa

 ¿Para qué llegó Miranda a Rusia? Para conocer el país y sus costumbres, para encontrar el apoyo posible a sus planes. ¿Por qué fue aceptado y apoyado por el más alto nivel de la nobleza rusa? Muchos extranjeros pasaron por Rusia, pero Miranda consiguió una atención muy especial. Los historiadores rusos han expresado tres opiniones.

La primera, muy romántica: sobre las relaciones privadas entre Catalina II y Francisco de Miranda, de las cuales no existen pruebas [8].

La segunda opinión tiene el nombre de “tesis de Miroshevskiy”. El historiador soviético Miroshevskiy, opinó [9], y J. Grigulevich (Lavretskiy) le secundó, que “los intereses de España y Rusia chocaban” en la región nórdica del océano Pacífico y también en Europa. España, aliada con Francia, y a semejanza de ésta, ofrecía resistencia a los planes de Rusia de desplazar a Turquía de sus posesiones europeas [10]. Según la opinión de estos autores, “en 1787, Rusia tuvo el propósito de enviar a Miranda, con una expedición, a la región norte del Pacífico. De modo que, con base en Kamchatka, Miranda hubiera podido emprender la lucha para liberar a las colonias españolas” [11]. Pero tampoco hay pruebas sobre esta tesis.

En su diario relativo a Rusia, Francisco de Miranda anotó que odiaba la política colonial de España; pero guardó silencio acerca de su deseo de liberar a su patria. Sin embargo, dos notas del diario nos muestran que el Precursor informó a Mamonov, conversando con él, y otra vez por carta a Catalina II, sobre sus planes para liberar a su patria. Pero siempre con precaución mencionó “el asunto”. El 12 de abril de 1787 escribió: “Hablamos con sigilo de nuestro asunto y le di las razones por qué no aceptaba por ahora la oferta que me hacía Su Majestad de quedarme a su servicio. Me oyó con sumo gusto y me ofreció respuesta para por la noche, durante la cena, significándome sin embargo, que lo hacía mal, al no admitir la oferta de la Emperatriz (...)”. También, Francisco de Miranda tomó notas de la opinión de A. Mamonov “de que [a la Emperatriz] le parecía muy bien mi modo de pensar y que me daría su Protección Imperial en todas partes del mundo” [12]. El 15 de agosto de 1787, el venezolano mandó la carta a Catalina II: “Solamente un gran e interesante asunto como el que me ocupa actualmente, sería capaz de hacerme diferir el agradable y dulce placer de poder, por mis servicios, pagar en parte lo que debo a la benevolencia de Vuestra Majestad, y de compartir con sus súbditos las ventajas inestimables e insignes de que goza la sociedad bajo el ilustre y glorioso reinado” [13].

El investigador M. Alperovich propuso la tercera opinión, de la ayuda de carácter personal [14]. Francisco de Miranda era considerado por los rusos una persona muy gentil y comunicativa. Era muy culto y muy bien preparado. Tenía una biblioteca inmensa, sabía hablar otros idiomas y traducir del griego y del latín. El Precursor viajaba mucho, conocía personas famosas de su tiempo, que no solamente eran políticos. La atención de Catalina II a las personas del “Siglo de las Luces” es bien conocida, y Miranda era un viajero de personalidad extraordinaria.

Hace unos días, en el Curso de estudios bolivarianos en la Universidad Latinoamericana y del Caribe, destacamos el conocimiento de Miranda sobre el constitucionalismo antiguo y contemporáneo, que influyó en el trabajo de la elaboración de sus proyectos constitucionales. Estoy muy orgullosa, como profesora rusa, que a Miranda en su trabajo jurídico le inspiró algo de la experiencia política rusa. Primero, Francisco de Miranda usó el titulo Emperador para el Inca en el proyecto de 1798 [15]. Segundo, usó el termino Imperio para definir y nombrar el Estado que quería fundar en América [16]. Estos términos tienen, obviamente, raíces rusas (aparte de las romanas), porque a fines del siglo XVIII y principios del XIX, existieron solamente dos Imperios en el sentido jurídico, como apuntó el profesor P. Catalano: el Ruso y el Sacro Romano [17].

Francisco de Miranda fue una persona distinguida en la historia mundial. Cumplió un papel muy importante en la fundación de las relaciones ruso-venezolanas. Puede ser considerado, por siempre, como la base de la amistad fraternal entre Rusia y Venezuela.

Publicado en AA. VV., La Sociedad Bolivariana: Encuentro universal. Ediciones de la Sociedad Bolivariana de Venezuela. Edición a cargo de Natalia Boza Scotto y Emilio Spósito Contreras. Sociedad Bolivariana de Venezuela. Caracas 2010, pp. 7-12.