Descendiente de una antigua familia de príncipes, era un típico alto dignatario ruso culto de la segunda mitad del siglo XVIII. Un hombre maravillosamente instruido, ávido de conocimientos, con mentalidad crítica y escéptica, simpatizante con las ideas de los enciclopedistas franceses.

El príncipe fue el alma de la alta sociedad de Moscú. Muchos políticos, intelectuales famosos y extranjeros visitaron su casa mientras vivía en Jersón, entre los cuales se destacó el ilustre venezolano Francisco de Miranda.